La vie en rose: cambiando conceptos sobre el trabajo de las escorts

A pesar de no ser usuario de este tipo de locales, tengo que reconocer que me encanta La vie en rose. Naturalmente, no hablo de la canción de Edith Piaf (que también me parece una delicia), sino del local hotelero para estancias corta duración que lleva tal nombre. En todo caso, La vie en rose, no tendría demasiado sentido sin sus espectaculares chicas de compañía. Pero tiempo tendremos de hablar de ellas (podríamos hacerlos durante horas, dicho sea de paso): de momento, y durante unos párrafos, vamos a hablar del local.

Son muchos los que tienen en mente la imagen de una casa de citas como un sitio sórdido, mal iluminado y de higiene, en el mejor de los casos, dudosa. Y no tiene por qué ser así. Es más, en lugar del que hablamos posee determinados servicios propios de un hotel de lujo. Calidad por encima de todo La vie en rose va más allá de la limpieza exigible: ofrece un espacio íntimo y muy cuidado para el máximo confort de los usuarios que, además, facilita la contratación de sus escorts a través de su página web (también hablaremos de ello dentro de unos párrafos). Tal es la comodidad y calidad de las instalaciones que le ha valido la muy exigente certificación de calidad ISO 9001:2008, un distintivo que pretende aunar los estándares de calidad en todo el mundo, lo que lo convierte en muy exigente y hace que el local sea el primero de esta naturaleza en toda España en haberlo obtenido. Para lograr tal recompensa, La vie en rose ha tenido que demostrar una serie de condiciones que abarcan desde una administración eficiente hasta unas condiciones de sanidad extraordinarias, pasando por el hecho de que el personal de la empresa haya realizado cursos de formación para atender al cliente de forma óptima y que los empleados hablen con fluidez varios idiomas. Oh, la, la! En todo caso, y como decíamos hace unas líneas, este artículo no tendría sentido sin hablar de las chicas de compañía de La vie en rose… Nada más entrar en la página vemos treinta y cuatro mujeres espectaculares, treinta y cuatro motivos para perder la cabeza en cuanto vemos sus fotos. Si algo tienen en común estas chicas es una belleza que podría convertir a cualquiera de ellas en una modelo profesional. Y si algo las diferencia, al menos en las fotografías es… todo lo demás. Más allá de que unas tengan unas medidas y otras, otras, de que sus cuerpos sean generosos o más o menos llamativos en una u otra parte, estas mujeres se parecen muy poco entre sí. Diferentes mujeres, diferentes formas de satisfacción Y no sólo son diferentes físicamente: el origen, y por lo tanto la cultura y la forma de tratar y de complacer al cliente, es diferente en unos y otros casos: son varias españolas, pero también trabajan aquí latinas, rusas, griegas, nórdicas, húngaras, egipcias u orientales. Se trata de otro de los muchos motivos por los que repetir en La vie en rose. Claro que, para repetir, hay que acudir una primera vez. Y de eso vamos a hablar, de nuevo para desmentir un mito o al menos para recordarnos que no todo en el mundo de las escorts es sórdido o ilegal. Contratación cómoda y segura Para contratar los servicios de una de las chicas, debemos ponernos en contacto con ella. La vie en rose es, tal como se especifica claramente en su página web, un “bar musical con reservados para servicios de naturaleza sexual, donde el local alquila los reservado y cobra por la copas consumidas, no obteniendo lucro por ninguna otra actividad y no participando económicamente de las relaciones entre las escorts y sus clientes”. Dicho de otro modo, las chicas que aquí trabajan lo hacen de forma voluntaria y, al menos en lo que a la empresa respecta, sin que nadie se quede con un céntimo de lo que cobran por su actividad. Queda claro. Para ir y repetir De lo dicho hasta ahora, podemos deducir varias conclusiones: para empezar, lo evidente, lo que salta a la vista: la belleza y la riqueza de orígenes y culturas de las chicas que trabajan en este local. Por otra parte, se caen un par de mitos: de un lado, uno que se refiere a las condiciones de trabajo de las escorts, que son, en el caso de La vie en rose, muy buenas, en tanto en cuanto podrían considerarse más como usuarias de las instalaciones que como trabajadoras de la empresa. Es más, el local supone para ellas más un punto de promoción que un lugar de trabajo, en tanto en cuanto, además de poder trabajar en sus reservados pueden hacerlo, si lo desean, en domicilios y hoteles, pero siempre gestionando ellas misas todo el dinero que cobran. Y, para finalizar, la tercera conclusión: quitémonos de la cabeza la idea de la casa de citas sucia, triste y sórdida. La vie en rose ha desterrado ese concepto a un pasado más cinematográfico que real.